Dar el pecho es la forma natural de alimentar a un bebé, y tiene muchas ventajas que son bien conocidas: nutrición óptima, protección frente al síndrome de muerte súbita del lactante, protección frente a infecciones respiratorias, otitis, gastroenteritis… No en vano la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar a los lactantes con leche materna de forma exclusiva hasta los 6 meses, y junto a alimentos complementarios hasta los 2 años o más.
Pero la lactancia materna tiene muchos otros beneficios menos conocidos, muy importantes para la salud del bebé. ¡Sigue leyendo, porque te sorprenderán!
Mejora la salud bucodental de los niños
Así es: se sabe que los bebés que son amamantados tienen un mejor desarrollo dental, y necesitan con menos frecuencia ortodoncia que los niños que son alimentados con biberón. Esto se debe a que los movimientos que realiza un bebé cuando mama favorecen el correcto desarrollo de la musculatura y las estructuras orofaciales. Por ello tienen menos riesgo de padecer maloclusiones dentales, especialmente mordida abierta. También reduce el riesgo de problemas de la articulación del habla, de respiración bucal y de alteraciones de la deglución y masticación.
Pero es que, además, se sabe que la lactancia materna previene el desarrollo de la caries dental. Los factores de defensa, minerales y bacterias beneficiosas que contiene la leche humana reducen el riesgo de caries. No está demostrado que dar el pecho a niños mayores aumente el riesgo de caries: ¡se trata de un mito!
Protege al bebé frente a enfermedades autoinmunes y alergias
La leche materna contiene una gran cantidad de sustancias que reducen en el niño el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, como por ejemplo la celiaquía, la diabetes tipo 1 y la enfermedad inflamatoria intestinal. Además, cuanto más prolongada es la lactancia, mayor es la protección frente a estas enfermedades. El menor riesgo de estas enfermedades también se debe a que la lactancia favorece un correcto desarrollo del sistema inmune del bebé.
La lactancia materna también protege frente a distintos tipos de alergia. Esto se debe, entre otros motivos, a que los bebés amamantados son expuestos en menor medida a proteínas no humanas que los bebés que toman fórmulas. También la transferencia de anticuerpos maternos en la leche mejora el sistema inmune del bebé y lo hace menos propenso a reaccionar ante un alérgeno.
Potencia el desarrollo intelectual
Numerosos estudios han demostrado que los bebés alimentados con lactancia materna tienen mejores resultados en diversas áreas de test de inteligencia. Se cree que esto se debe a la presencia de componentes específicos en la leche materna que mejoran el desarrollo del cerebro del bebé. También se ha observado en los niños amamantados menos riesgo de hiperactividad y otros trastornos psicológicos como ansiedad y depresión.